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La momia de Guano

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Se cree que la momia pertenece al misionero Fray Lázaro de Santofimia, quien desde mediados del siglo XVI ha sido el guardián de la iglesia y del antiguo convento de la Asunción.

 

Al morir, el cuerpo de Fray Lázaro fue sepultado en la nave central del templo. Tras el terremoto  de 1949, un grupo de empleados municipales encontró a la momia; junto a su cuerpo también se halló un pequeño ratón en el mismo estado. Ambos cuerpos se momificaron de manera natural.

 

Una vez desenterrada, la pieza fue exhibida durante 50 años en la Biblioteca Municipal, donde el clima y las condiciones del lugar la afectaron. En 2007, a través del Decreto de Emergencia del Patrimonio Cultural y a fin de dar cautela a la momia, se la trasladó a Quito para que una misión de restauradores trabaje en su preservación.

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En los últimos años, la momia ha reposado en el Museo de Guano que fue construido junto a la iglesia, al cual acuden visitantes nacionales y extranjeros para descifrar los secretos que guarda la única momia encontrada en Ecuador.

 

Una serie de leyendas han surgido en torno a la momia. Los pobladores cuentan que el sacerdote era un santo y debido a ello su cuerpo se ha conservado de esta manera; otros cuentan que hizo tantas cosas buenas por los habitantes de Guano que su entierro entre los muros de la iglesia fue un acto de honor.

 

La momia fue descubierta con un misterioso pañuelo que sujeta su mandíbula con nudos en ambas puntas. Algunos pobladores indican que esto se dio para evitar que la boca se mantuviera abierta, otros creen que es una de las supersticiones de la época.

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